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martes, 6 de marzo de 2012

Recuerdos


La luz que se colaba por la ventana, dejaba entre ver el radiante sol que hacia ese día. Con tanto sol que hacía en esos días de invierno, parecía que se encontraban en primavera. Lucía era de esas personas adictas el sol, siempre quería lucir en su piel las marcas que éste dejaba. Aprovechando el calor del día, decidió dar un paseo hasta el viejo pueblo de Sansao, que se encontraba a veinte quilómetros de la ciudad.
Por las sendas anduvo y anduvo, encontrándose en el camino con viejos amigos con los que se paró a conversas de cosas tan banales que se rió después. Tras una hora llegó a la casa de la chimenea, donde de repente, le vino un halo de nostalgia por los recuerdos que en ella encontraba. Allí había sido feliz un día con su amigo José, hasta que éste un día desapareció. Los ojos se le llenaron de lágrimas y la tristeza invadió el radiante día de invierno, un escalofrío recorrió su cuerpo y el día se tornó frio y sombrío.
Lucia decidió entonces ir a la iglesia del pueblo, un lugar que asociaba con tranquilidad y paz interior, justo lo que ella necesitaba después del recuerdo tan triste que tenía en ese momento. Allí se refugiaba cuando era pequeña y encontraba soluciones a lo que parecía que no las tenía.
La iglesia se había transformado en escuela, Lucía no entendía nada, pero aun así decidió entrar ya que no había nadie dentro. Otro escalofrío recorrió su cuerpo, José estaba dentro, vestía como un maestro.
De repente todo cobró luz, la que se había marchado había sido ella y se ruborizó cuando José la abrazó. Había borrado de su mente los buenos recuerdos y estigmatizado los malos, aunque estos hubieran sido mínimos. Pero el contacto con José hizo recobrar en Lucía las ganas de volver a su lado.

1 comentario:

  1. Maria me ha gustado mucho tu cuento. Pienso que la idea de expresar en un espacio lo que sentimos o lo que pensamos no hace crecer.

    Un saludo

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